El presidente de Kazajistán, Kasim-Yomart Tokáev, ha decretado el estado de emergencia en todo el territorio nacional en su intento por hacer frente a las protestas masivas que este miércoles se tornaron violentas en Almatý, la mayor urbe del país, y en otras ciudades.
Las protestas estallaron el 2 de enero a raíz de la drástica subida de los precios del gas licuado del petróleo, utilizado en la región como combustible en la mayoría de los autos, y han desembocado en disturbios y enfrentamientos con agentes de la Policía, que en algunos casos decidieron apoyar a los manifestantes, negándose a detenerlos.
Cuando el Gobierno se avino finalmente a rebajar los precios del combustible hasta sus niveles previos, las protestas antigubernamentales ya habían adquirido un cariz político, incluyendo la exigencia de apartar definitivamente del poder al expresidente Nursultán Nazarbáyev. Tokáev accedió a la demanda este miércoles y anunció que el exmandatario dejaba su cargo vitalicio de presidente del Consejo de Seguridad Nacional, su última parcela de poder, desde donde eclipsaba al actual jefe del Estado a ojos de la población.
En su discurso, Tokáev denunció que varios uniformados murieron durante las protestas y prometió actuar con “firmeza”. Los aeropuertos de Aktau, Aktobé y Almatý fueron cerrados.